El Teatro Real arranca la temporada 2017/2018 con una opera seria que nunca antes había sido representada en su escenario: Lucio Silla. Una pieza dieciochesca creada por un muy joven Mozart que a sus apenas dieciséis años consiguió crear una obra de difícil ejecución pero de increíbles resultados.
Crear para una voz
El ímpetu adolescente del joven compositor le permitió crear una ópera que supuso un punto de inflexión en su carrera musical. Siguiendo costumbres del momento, Mozart creó el papel del protagonista pensando en un rostro y una voz determinados: los del cantante Arcangelo Cortoni. La mala (o buena) suerte hizo que el actor enfermara y, en su lugar, fuera elegido Bassano Morgnoni, un cantante mediocre que no sabía cómo afrontar este papel protagonista. Tal infortunio daría lugar a una serie de cambios que convertirían la pieza en un ejemplo de evolución en la carrera del músico austriaco. Mozart tuvo que adaptar los aria creados a la capacidad de su nuevo actor y, para hacerlo, introdujo a la orquesta como elemento principal para la expresión de los sentimientos del dictador romano.
Duelos amorosos con voces femeninas
Tres sopranos, una mezzosoprano y dos tenores conforman el cuadro de voces protagonistas. Todos los personajes tanto femeninos como masculinos, excepto Lucio Silla y su ayudante Aufidio, son interpretados por mujeres. En la época, las voces de barítono y bajo no estaban ‘bien vistas’ por lo que los papeles estaban dirigidos a mujeres o a castrati, voces que permitían una mayor instrumentalización y que resultaban más agradables al público de los siglos XVII y XVIII. Este drama, inspirado en el mundo clásico romano, introduciría novedades musicales debido a los cambios de adaptación al nuevo actor y al uso mayoritario de la orquesta; sin embargo, respetaría la trama moralizante, propia de la opera seria.
Un amor que engendra crueldad
Lucio Silla, enamorado perdidamente de Giunia, quiere tomarla por esposa pero esta se mantiene fiel a su marido Cecilio. Ante esto, el dictador difunde la noticia de su muerte para que la desolada esposa caiga rendida a sus brazos. Muy lejos de conseguirlo, Giunia se mantiene fiel incluso a quien cree ya muerto y la desesperación se convierte en crueldad en el alma del tirano. Cecilio sigue vivo en el destierro, buscando la forma de volver junto a su amada y será ayudado por Cinna, agente doble que le introduce de nuevo en Roma. Al triángulo amoroso protagonista, se une el amor de la hermana de Lucio Silla, Celia, por el amigo de su peor enemigo, Cinna. Un lieto fine acabará con la crueldad política y subrayará la moraleja de la elección virtuosa de Lucio Silla, quien decide perdonar la vida a Cecilio, abandonar sus aspiraciones amorosas por Giunia y bendecir la boda entre Celia y Cinna.
El Teatro Real contribuye a este rescate otorgando a la ópera de Mozart el podio de la obra de estreno de temporada. Un atrevimiento ambicioso, como el de su compositor, que muestra una obra poco conocida pero con una maestría musical y escenográfica que reiteran ese podio. A la batuta, el director musical, ya asiduo del Real, Ivor Bolton y, a su lado, el escenógrafo Claus Guth, responsable de una escenografía con tintes futuristas que plantea el drama político actualizado para cualquier época y lugar, sin dejar de ser Roma su referencia principal.